Dante Moriarti
Sociedad Zombie (o) El último hombre furioso
Prólogo
Madrid, 5 diciembre 2013.
Desperté, un día cualquiera, en mi cama, mirando al blanco techo de aquel lugar al que yo llamaba "hogar". Sentía como un frío atronador se me colaba entre los huesos.
"Rutina", pensé. Mi hermano aún dormía, supongo que hoy le dieron el día libre en la universidad. Caminé a su alrededor con mucho cuidado de no despertarle, aun que hay días que me gustaría gritarle y verle saltar. Bajé aquellos cálidos peldaños de la escalera negra, viendo como lentamente la luz me mostraba el resto de mi "hogar". Justo al bajar, acaricio suavemente mi bien más preciado: una katana con mango negro y bordes plateados. Se la compré a alguien por unos 750€. Una ganga.
-¿Ya te levantaste, mi amor?- preguntó mi madre con su dulce voz.
-Sí...- respondí algo brusco, no tenía mucho tacto por las mañanas.
-Bueno, pues dúchate y te llevaré al colegio.
El colegio. Siempre que me meto a la ducha pongo una canción de Pink Floyd; ya sabéis, esa tan conocida.
Me pongo la ropa lentamente y salgo por la puerta...
¡Qué descortesía! No me he presentado. Me llamo Marshall, tengo la tierna edad de 16 años, pelo largo negro como el carbón, piel pálida y estoy delgado. Por hoy, visto con una chaqueta negra, una sudadera negra, una camiseta negra, pantalones negros... En fin, todo negro.
Llegamos al colegio en tan solo 10 minutos, pero para mí ha sido como una odisea de 10 horas. Bajo del coche y me recuesto lentamente contra la pared del recinto del colegio, esperando otro aburrido día en el colegio... Pero... Algo perturba mi tranquilidad con una voz aguda:
-¡Hola, Marshall!- gritó una compañera desde lejos, acercándose lentamente... Maldición, Mary no... Esa mujer es veneno...
-Hola.- saludo con cinismo. No me apetecía hablar con ella, pero veo que es inevitable.
-¿Qué tal? A mí bien. ¿Y a ti? ¿Qué me cuentas? ¿Sabes que va a haber una compañera nueva?
-No lo sabía. Y será otra presuntuosa.- corté su rollo con seriedad.
-¡Qué borde! ¡No hace falta ser tan malo! -chilló Mary, alejándose de mí.
Por fin, otra vez tranquilidad... Abren las puertas y... ¡BUM! Un choque inminente con un desconocido.
-¡Lo que faltaba! -exclamé molesto, mas de mi mochila salieron disparados todos mis cuadernos. -¿Quién ha sido el gracioso?
-¡Oh! ¡L-Lo lamento mucho! -dijo una voz cálida y un acento extraño. La figura se agachó y empezó a recoger mis cuadernos.
Muy confuso, ayudé a recogerlos cuando... Veo que es una silueta femenina... Sus ojos se disparan contra los míos, dejándome sin respiración: negros, tan negros que puedo ver su alma inocente... Decido ver qué más tiene para ofrecerme: pelo negro largo, piel clara como la luz de luna, labios rojos empapados en carmín, una expresión inocente y algo ruborizada, una chaqueta negra con una falda blanca de instituto... No, no reconozco a esta chica. La ayudo con su mochila un poco, puesto que ella aún no ha recogido la suya, y pregunto interesado:
-¿Quién eres?
-Mi nombre es... Catherine... -pronunció lentamente con el acento extraño. Era de Gran Bretaña.
-Yo soy Marshall... Encantado.
Y así empezó todo lo que conozco sobre el amor: Empecé a acercarme a esta enigmática chica, hablaba con ella todos los días, siempre en persona, hasta la ayudé una vez con unos matones, y un día, así, sin más, surgió el amor. Llevábamos saliendo ya hace 2 semanas, me acerqué a su casa y toqué la puerta... Entonces... Una explosión cayó cerca de mi posición y... Una luz cegadora envolvió todo a mi alrededor, tragándome en este poderoso haz de luz.
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